3 nov 2008

El placer de no atender teléfono, celular o portero

Hay va una de las dichas de vivir sola…

A pesar de ser muy pero muy charlatana, y la mayoría de las veces mi hobbie sea más hablar por teléfono que escuchar música, no siempre tengo ganas de hacerlo. Creo que lo que me sucede es que tengo egoísmo comunicacional (definición que acabo de inventar): me gusta hablar cuando yo siento la necesidad o las ganas de hacerlo, pero no siempre me sucede en el mismo momento que al resto. A veces pienso que lo que me pasa es que me sobresalta el sonido de los teléfonos sonando. Por eso para mí es una bendición que los celular puedan estar en silencio o vibrador y que el inalámbrico tenga la hermosa teclita OFF, así esos sonidos no perturban mi tranquilidad. Por supuesto que el portero no es una excepción, creo que me molesta también por su sonido, pero mi tranquilidad recae en tener camarita y siempre saber quién vino. De todas maneras admito que muchas veces si estoy en plena siesta, y no espero a nadie, no sólo no atiendo sino que tampoco miro la camarita.
El problema es que cuando uno convive con alguien sea pareja, amigos, hermanos o padres: el “lujo de no atender”, no es posible. Podés arriesgarte a hacerlo, pero tenés que saber que obviar una llamada importante para otro tiene consecuencias. Probablemente recaigan sobre vos reclamos en forma de catarata.

Hasta la próxima

Luji

1 comentario:

Luz dijo...

eeeeee jaja decimelo a mi (?)
ajajajaj mi vidaa
igual abajo la telefonia celular
creo q nos corrompio por completo
es mas,,quiero tirar el mio ahora jajaja!

me olvide por completo hoy..
se juntaron? no me anda el msn
buu!


bueno otra cosa,, actualize !!!!!!
ajajaj limaduras para variar

te quiiiiiiiiiiiiiero