En esta época del año uno planea sus vacaciones, y si vivís solo ¿qué hacer con las plantas y los animales?, es un problema recurrente. Voy a hablar sólo de lo que tengo conocimiento de causa: las plantas.
Durante mi vida de hija en Viedma eso no significaba un problema para mí, porque mis papás se ocupaban de buscar a alguien que alimente a los perros y riegue las plantas en nuestra ausencia.
Llegó el día que mi prima mayor me regaló mi primera planta: era muy especial, porque era sólo mía. Pero las vacaciones llegaron y, como todo estudiante del interior, salí corriendo para mis pagos… ¿qué hacer con mi plantita?, decidí llevarla a lo de mi tía. Al terminar el verano, volví a Buenos Aires y la fui a buscar pero…no estaba más entre nosotros.
Para mi siguiente cumpleaños mi prima repitió su regalo, seguramente por sentirse responsable de la desaparición de la anterior. La cuide todo el año, hasta le puse nombre (pero ya me lo olvidé), pero llegó de nuevo mi momento de vacaciones y una vez más no sobrevivió a mi ausencia. Pasaron muchos años hasta que el año pasado tenía a mis plantas vivas y felices, ¿la solución? me quedé a trabajar acá todo el verano jajaja…
Y este año con el episodio de mi perciana, tengo sólo dos macetas vacías que no creo que me extrañen…
Saludos
Luji
pasaron tres años de la creación del Blog Dichas y desdichas de vivir sola, mi situación cambió y me dieron ganas de compartirlo con ustedes!
15 dic 2008
14 nov 2008
La ingrata tarea de ir a pagar los impuestos
A pedido de mi amiga Vicky, que comparte conmigo la grata, y a veces no tanto, experiencia de vivir solas va este post de los impuestos...
¿Cómo no disfruté más de los 17 años en los que ni conocía la existencia de las colas para pagar cosas? Con decirles que ni siquiera me acuerdo de haber acompañado a mi papá al banco a pagar algo. Mi única relación con las facturas era meterlas en el cajón de la mesa que hay a la entrada de casa, o como mucho llevarlas a la mesa ratona del living. Cuando me fui a vivir con mis hermanos no sufrí tanto, porque al ser tres nos dividíamos lo que había que pagar. Mi responsabilidad eran las expensas y no recuerdo que más, eran tan poco que hasta lo disfrutaba porque implicaba tener una responsabilidad. Y claro está que al no trabajar los horarios de 10 a 15 del banco, o el del pago fácil que es hasta las 18, no significaba nada para mí. Ya viviendo sola el pago de impuestos empezó a ser una actividad que detestaba mucho, pero mucho, porque eran muchas facturas a pagar por toda la ciudad: las expensas en un lugar (Banco Superville, que sabrán no hay por toda la ciudad), el alquiler en SAN TELMO (mientras cursé me quedaba de paso de la facultad, pero ahora estoy como a 30 cuadras desde mi casa y a 50 desde mi trabajo), y lo demás bueno por suerte en pago fácil. Desde que empecé a trabajar se tornó una complicación el pago de servicios y con la coordinación de los horarios, tuve que optar por pagar todo por débito: ¡que suerte que el cajero no tiene horario!
Aprovecho para agradecer a mi hermano, a Micaela, y a mi prima Lele, por las veces que me dieron una mano y me pagaron algo.
Lujis
¿Cómo no disfruté más de los 17 años en los que ni conocía la existencia de las colas para pagar cosas? Con decirles que ni siquiera me acuerdo de haber acompañado a mi papá al banco a pagar algo. Mi única relación con las facturas era meterlas en el cajón de la mesa que hay a la entrada de casa, o como mucho llevarlas a la mesa ratona del living. Cuando me fui a vivir con mis hermanos no sufrí tanto, porque al ser tres nos dividíamos lo que había que pagar. Mi responsabilidad eran las expensas y no recuerdo que más, eran tan poco que hasta lo disfrutaba porque implicaba tener una responsabilidad. Y claro está que al no trabajar los horarios de 10 a 15 del banco, o el del pago fácil que es hasta las 18, no significaba nada para mí. Ya viviendo sola el pago de impuestos empezó a ser una actividad que detestaba mucho, pero mucho, porque eran muchas facturas a pagar por toda la ciudad: las expensas en un lugar (Banco Superville, que sabrán no hay por toda la ciudad), el alquiler en SAN TELMO (mientras cursé me quedaba de paso de la facultad, pero ahora estoy como a 30 cuadras desde mi casa y a 50 desde mi trabajo), y lo demás bueno por suerte en pago fácil. Desde que empecé a trabajar se tornó una complicación el pago de servicios y con la coordinación de los horarios, tuve que optar por pagar todo por débito: ¡que suerte que el cajero no tiene horario!
Aprovecho para agradecer a mi hermano, a Micaela, y a mi prima Lele, por las veces que me dieron una mano y me pagaron algo.
Lujis
3 nov 2008
El placer de no atender teléfono, celular o portero
Hay va una de las dichas de vivir sola…
A pesar de ser muy pero muy charlatana, y la mayoría de las veces mi hobbie sea más hablar por teléfono que escuchar música, no siempre tengo ganas de hacerlo. Creo que lo que me sucede es que tengo egoísmo comunicacional (definición que acabo de inventar): me gusta hablar cuando yo siento la necesidad o las ganas de hacerlo, pero no siempre me sucede en el mismo momento que al resto. A veces pienso que lo que me pasa es que me sobresalta el sonido de los teléfonos sonando. Por eso para mí es una bendición que los celular puedan estar en silencio o vibrador y que el inalámbrico tenga la hermosa teclita OFF, así esos sonidos no perturban mi tranquilidad. Por supuesto que el portero no es una excepción, creo que me molesta también por su sonido, pero mi tranquilidad recae en tener camarita y siempre saber quién vino. De todas maneras admito que muchas veces si estoy en plena siesta, y no espero a nadie, no sólo no atiendo sino que tampoco miro la camarita.
El problema es que cuando uno convive con alguien sea pareja, amigos, hermanos o padres: el “lujo de no atender”, no es posible. Podés arriesgarte a hacerlo, pero tenés que saber que obviar una llamada importante para otro tiene consecuencias. Probablemente recaigan sobre vos reclamos en forma de catarata.
Hasta la próxima
Luji
A pesar de ser muy pero muy charlatana, y la mayoría de las veces mi hobbie sea más hablar por teléfono que escuchar música, no siempre tengo ganas de hacerlo. Creo que lo que me sucede es que tengo egoísmo comunicacional (definición que acabo de inventar): me gusta hablar cuando yo siento la necesidad o las ganas de hacerlo, pero no siempre me sucede en el mismo momento que al resto. A veces pienso que lo que me pasa es que me sobresalta el sonido de los teléfonos sonando. Por eso para mí es una bendición que los celular puedan estar en silencio o vibrador y que el inalámbrico tenga la hermosa teclita OFF, así esos sonidos no perturban mi tranquilidad. Por supuesto que el portero no es una excepción, creo que me molesta también por su sonido, pero mi tranquilidad recae en tener camarita y siempre saber quién vino. De todas maneras admito que muchas veces si estoy en plena siesta, y no espero a nadie, no sólo no atiendo sino que tampoco miro la camarita.
El problema es que cuando uno convive con alguien sea pareja, amigos, hermanos o padres: el “lujo de no atender”, no es posible. Podés arriesgarte a hacerlo, pero tenés que saber que obviar una llamada importante para otro tiene consecuencias. Probablemente recaigan sobre vos reclamos en forma de catarata.
Hasta la próxima
Luji
28 oct 2008
Cosas perdidas
El celular, el cargador, la pincita de depilar, la lima, la hojita con la lista de las compras para el sábado o los teléfonos que tengo que pasar a la agenda, el chuflín, los invisibles, los tiradores, las lapiceras, los cd´s, los dvd´s, los anteojos: son cosas que se pierden constantemente en la vida de las personas, o por lo menos en la mía. La primera reacción es pensar que lo habías dejado en tal lugar, o tal otro. Luego de buscar por todos los lados posibles, paso a buscar en aquellos en los que nunca dejo las cosas: como buscar en la cocina la pinza de depilar. A veces se produce un milagro y en el lugar más extraño encuentro lo que estaba buscando. Le siguen las carteras y los bolsos, inclusive aquellas que no uso hace años, aunque sepa que es imposible encontrar algo allí.
También busco en las camperas y sacos, que hasta desconozco que aún conservo, porque todos los lugares pasan a ser posibilidades. Una vez que termino de revisar todo, pero todo, me resigno y pienso que si dejo de buscar…va a aparecer solo, y eso también a veces me pasa.
Me da una especie de molestia el hecho de ser la única culpable de las pérdidas, de no saber si lo tire sin querer, si lo cambie de lugar y no me acuerdo (temiendo tener un alzheimer precoz), si lo presté y no sé a quien, ni cuando. Extraño tener a quien preguntarle y más que nada EXTRAÑO A QUIEN ECHARLE LA CULPA… pero viviendo sola es imposible que otras manos hayan sido responsables.
Luji
También busco en las camperas y sacos, que hasta desconozco que aún conservo, porque todos los lugares pasan a ser posibilidades. Una vez que termino de revisar todo, pero todo, me resigno y pienso que si dejo de buscar…va a aparecer solo, y eso también a veces me pasa.
Me da una especie de molestia el hecho de ser la única culpable de las pérdidas, de no saber si lo tire sin querer, si lo cambie de lugar y no me acuerdo (temiendo tener un alzheimer precoz), si lo presté y no sé a quien, ni cuando. Extraño tener a quien preguntarle y más que nada EXTRAÑO A QUIEN ECHARLE LA CULPA… pero viviendo sola es imposible que otras manos hayan sido responsables.
Luji
20 oct 2008
Cosas rotas en mi depto!!
Tus días pasan de manera tranquila, tu rutina no tiene sobresaltos y todo parece estar bajo control: las luces, los enchufes, los electrodomésticos, el inodoro, y el calefón funcionan de maravilla… hasta que un día algo deja de hacerlo y empiezan los problemas que más me molestan de vivir sola. Si se me tapa el baño, me salta alguna instalación eléctrica, el calefón se apaga y no quiere prenderse: mi tranquila existencia SE COMPLICA. Sé que hay situaciones que un hombre resolvería más rápido que yo, en eso no soy para nada feminista. De todas maneras aprendí cosas viviendo sola: a destapar el baño y la cocina con soda cáustica, a prender el calefón cuando se rebela, etc. El problema es cuando la situación me supera como hace unos días…se me rompió la persiana (de plástico), y al no poder resolverlo por mi misma, pensé: “ahora bajo y le doy la llave al encargado, que lo va a resolver enseguida”. Pero no fue así de fácil, porque tardé un mes en poder encontrarme con el encargado y combinar que me lo venga a arreglar. La peor consecuencia fue que murieron mis plantitas por estar del otro lado del balcón y no poder regarlas, también tuve que despertarme, por un mes, con la luz del día sin importar que sea sábado o domingo. Coordinar para que te arreglen algo es una misión casi imposible cuando vivís sola. Tus tiempos son acotados, y los horarios de los plomeros o electricistas no pueden acomodarse a tus horarios, que en mi caso se reducen a ir antes de las 10 de la mañana o después de las 7 de la tarde.
Si tenés algún amigo o pariente que pueda hacerte el favor de ir a tu casa a esperar al especialista sabelo: SOS UNA PERSONA DE SUERTE.
Saludoss
LUJI
Si tenés algún amigo o pariente que pueda hacerte el favor de ir a tu casa a esperar al especialista sabelo: SOS UNA PERSONA DE SUERTE.
Saludoss
LUJI
12 oct 2008
El placer de la limpieza
Cuando era chica y vivía con mis papás en Viedma, mi mamá los sábados hacía una gran limpieza…yo me iba con mi papá a la ronda de visitas: mis padrinos, los Bellosos, Pegote, su ahijada, etc… y mi mamá se quedaba limpiando, actividad que bautizamos “la ley y el orden” (título que mucho tiempo después fue de una serie estadounidense). La historia es que yo huía y no entendía el afán de mi mamá por limpiar.
Los años pasaron y me vine a Buenos Aires a vivir con mis hermanos, y me trasformé un poco en mi mamá: algo que pensé que nunca me iba a pasar. Impuse la orden de turnarnos para lavar los platos, y en la medida de lo posible implementé turnos para cocinar (yo apenas cocinaba, pero compensaba poniendo la mesa o haciendo las compras). Para la limpieza nos íbamos turnando los sectores. El problema era que al terminar de limpiar yo deseaba que esa pulcritud durara el mayor tiempo posible, pero cuando se vive con dos personas más en un departamento chico… es una misión imposible. Y acá viene una de las mejor vivencias que experimenté viviendo sola. Limpiar se transformó en una actividad, de sábados o domingos, que disfruto más que por realizarla en sí, por su resultado: ver limpio el departamento. Es glorioso terminar y verlo relucir, saber que voy a cuidar el orden y la limpieza para que esa placentera sensación (de ver cada cosa en su lugar, y cada recoveco brillante) “como para comer en el piso del baño”, diría mi abuela. Y lo más maravilloso es que el departamento va a permanecer así por más de una semana, porque… vivo SOLA y sólo yo soy la responsable de mantenerlo.
Besoss
Luji
Los años pasaron y me vine a Buenos Aires a vivir con mis hermanos, y me trasformé un poco en mi mamá: algo que pensé que nunca me iba a pasar. Impuse la orden de turnarnos para lavar los platos, y en la medida de lo posible implementé turnos para cocinar (yo apenas cocinaba, pero compensaba poniendo la mesa o haciendo las compras). Para la limpieza nos íbamos turnando los sectores. El problema era que al terminar de limpiar yo deseaba que esa pulcritud durara el mayor tiempo posible, pero cuando se vive con dos personas más en un departamento chico… es una misión imposible. Y acá viene una de las mejor vivencias que experimenté viviendo sola. Limpiar se transformó en una actividad, de sábados o domingos, que disfruto más que por realizarla en sí, por su resultado: ver limpio el departamento. Es glorioso terminar y verlo relucir, saber que voy a cuidar el orden y la limpieza para que esa placentera sensación (de ver cada cosa en su lugar, y cada recoveco brillante) “como para comer en el piso del baño”, diría mi abuela. Y lo más maravilloso es que el departamento va a permanecer así por más de una semana, porque… vivo SOLA y sólo yo soy la responsable de mantenerlo.
Besoss
Luji
5 oct 2008
Verduras y Frutas
Hoy tiene el turno la desdicha de las verduras y frutas que se me pudren ...
Para los sábados a la mañana mi plan perfecto es: tomar mate, comer algo rico, leer el diario (pero en soporte papel, ya que en la semana sólo lo puedo leer online), y la mejor parte… hoja y papel en mano para hacer la lista de las compras de la semana. Mientras escribo la lista me pongo a pensar en que en mi casa paterna hace unas horas estaban haciendo lo mismo, y eso me hace sentir cierta compañía.
Arranco con la lista, que hago por supuesto en columnas, y ahora que me pongo a describir esta actividad me doy cuenta de que así hace la lista mi mamá: en una van las frutas y verduras, en otra los artículos de limpieza, y en otra todo lo que es almacén.
Acá comienzan los problemas, porque siempre dudo en la cantidad de verduras y frutas que voy a consumir, considerando que viviendo sola lo que parece poco termina siendo mucho. Siempre pienso “un zapallo está bien, (no se me va a pudrir en una semana), seis tomates es suficiente para toda la semana, (para el sábado próximo tampoco van a llegar a pudrirse), tres manzanas enseguida me las como, (tampoco les va a pasar nada)”. Hay veces que incluyo en la lista sólo tomates y lechuga, por miedo a que se me pudran, pero al llegar al supermercado terminó sumando más cosas....y al cabo de una semana me doy cuenta de que se me pudrió el zapallo, que las manzanas están arenosas, que los tomates están tan pasados y parecen puré. Entonces una vez más pienso “voy a comprar frutas y verduras en el momento en el que las quiera comer”... hasta el próximo sábado que esté haciendo una lista nueva que incluya verduras y frutas...
Saludos
Luji
Para los sábados a la mañana mi plan perfecto es: tomar mate, comer algo rico, leer el diario (pero en soporte papel, ya que en la semana sólo lo puedo leer online), y la mejor parte… hoja y papel en mano para hacer la lista de las compras de la semana. Mientras escribo la lista me pongo a pensar en que en mi casa paterna hace unas horas estaban haciendo lo mismo, y eso me hace sentir cierta compañía.
Arranco con la lista, que hago por supuesto en columnas, y ahora que me pongo a describir esta actividad me doy cuenta de que así hace la lista mi mamá: en una van las frutas y verduras, en otra los artículos de limpieza, y en otra todo lo que es almacén.
Acá comienzan los problemas, porque siempre dudo en la cantidad de verduras y frutas que voy a consumir, considerando que viviendo sola lo que parece poco termina siendo mucho. Siempre pienso “un zapallo está bien, (no se me va a pudrir en una semana), seis tomates es suficiente para toda la semana, (para el sábado próximo tampoco van a llegar a pudrirse), tres manzanas enseguida me las como, (tampoco les va a pasar nada)”. Hay veces que incluyo en la lista sólo tomates y lechuga, por miedo a que se me pudran, pero al llegar al supermercado terminó sumando más cosas....y al cabo de una semana me doy cuenta de que se me pudrió el zapallo, que las manzanas están arenosas, que los tomates están tan pasados y parecen puré. Entonces una vez más pienso “voy a comprar frutas y verduras en el momento en el que las quiera comer”... hasta el próximo sábado que esté haciendo una lista nueva que incluya verduras y frutas...
Saludos
Luji
1 oct 2008
Bienvenidos a mi blog
¡¡¡Buenos días!!!
Acá estoy escribiendo para los demás…algo que me llena de miedos, expectativas, ansiedades y sobretodo de exigencias, incluso más de las que me gustaría tener.
Hace más de tres años que vivo sola, y me fui dando cuenta de muchas cosas que me pasan y que antes, cuando vivía con mis padres o mis hermanos, no las había experimentado. Estas vivencias son las que le dan título y vida a mi blog. Algunas son buenas y otras no lo son, pero la idea es que las conozcan a través de relatos tragicómicos…
Acá va el primer relato de mis experiencias viviendo sola.
Venís de la calle caminando las últimas cinco cuadras cruzando las piernas, pensando el pis que vas a hacer apenas entres a tu casa. Llegás, tirás la cartera en el piso, te abalanzás sobre el inodoro, hacés por fin pis…y cuando terminas te das cuenta de lo peor: ¡NO HAY PAPEL HIGIÉNICO!, tenés que ir a buscarlo hasta la alacena de la cocina, y por más que pidas que te lo traigan: es inútil, estás sola, y pensás “que boluda esta mañana que usé lo último que quedaba de papel, ¿por qué no fui a buscar más?, ¿cuántos minutos me iba a llevar hacerlo?”... bueno a revisar a ver si hay por lo menos carilinas en el botiquín, y al ver que no tenés ni eso, las opciones se reducen a sacudir cual baño público. Ahora a reflexionar sobre tenerlo en cuenta la próxima vez que te des cuenta de que te estás quedando sin papel.
El tema de los inconvenientes en la zona del baño, por vivir sola, es un constante en mis días…
Otro capítulo es cuando termino de limpiar todo mi departamento, decido darme un placentero y merecido baño. Estoy cansada, transpirada y me duele la cintura por haber estado lavando la bañera. La cuestión es que cuando termino mi ducha reparadora, me doy cuenta de que en mi plan de limpieza estuvo incluido el cambio de toalla y … una vez más de nada sirve que grites, porque estás sola. Así que corro a buscar una toalla, y agradezco, como nunca lo hago, tener alfombra en todo el departamento para no sentir el frío en la patas y para evitar la posibilidad de resbalarme.
Saludos
Luji
Acá estoy escribiendo para los demás…algo que me llena de miedos, expectativas, ansiedades y sobretodo de exigencias, incluso más de las que me gustaría tener.
Hace más de tres años que vivo sola, y me fui dando cuenta de muchas cosas que me pasan y que antes, cuando vivía con mis padres o mis hermanos, no las había experimentado. Estas vivencias son las que le dan título y vida a mi blog. Algunas son buenas y otras no lo son, pero la idea es que las conozcan a través de relatos tragicómicos…
Acá va el primer relato de mis experiencias viviendo sola.
Venís de la calle caminando las últimas cinco cuadras cruzando las piernas, pensando el pis que vas a hacer apenas entres a tu casa. Llegás, tirás la cartera en el piso, te abalanzás sobre el inodoro, hacés por fin pis…y cuando terminas te das cuenta de lo peor: ¡NO HAY PAPEL HIGIÉNICO!, tenés que ir a buscarlo hasta la alacena de la cocina, y por más que pidas que te lo traigan: es inútil, estás sola, y pensás “que boluda esta mañana que usé lo último que quedaba de papel, ¿por qué no fui a buscar más?, ¿cuántos minutos me iba a llevar hacerlo?”... bueno a revisar a ver si hay por lo menos carilinas en el botiquín, y al ver que no tenés ni eso, las opciones se reducen a sacudir cual baño público. Ahora a reflexionar sobre tenerlo en cuenta la próxima vez que te des cuenta de que te estás quedando sin papel.
El tema de los inconvenientes en la zona del baño, por vivir sola, es un constante en mis días…
Otro capítulo es cuando termino de limpiar todo mi departamento, decido darme un placentero y merecido baño. Estoy cansada, transpirada y me duele la cintura por haber estado lavando la bañera. La cuestión es que cuando termino mi ducha reparadora, me doy cuenta de que en mi plan de limpieza estuvo incluido el cambio de toalla y … una vez más de nada sirve que grites, porque estás sola. Así que corro a buscar una toalla, y agradezco, como nunca lo hago, tener alfombra en todo el departamento para no sentir el frío en la patas y para evitar la posibilidad de resbalarme.
Saludos
Luji
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